jueves, 12 de marzo de 2009

Lucy y el viejo

La niña cogió confiadamente su mano sin soltar una lágrima. Sus ojos redondos de un verde tierno mirando los suyos. Tendría tres años a lo sumo. La sacó de su sillita en la trasera del coche.

El coche, un viejo Ford Taunus, yacía sobre un costado en el fondo del barranco, en el lecho del río, el morro destrozado. Un espeso matorral había amortiguado el impacto en la zona trasera. Los dos ocupantes delanteros, hombre y mujer, padre y madre, supuso, eran marionetas inertes, agua pasada. Provisionalmente los tapó con la manta que encontró en el maletero. La manita de la niña se perdía en la mano áspera del hombre, no acostumbrada a aquel tacto ni a aquellos menesteres. La niña dio unos inseguros pasitos a su lado. No decía nada; era de pocas palabras, como él. Pronto oscurecería, así que se pusieron en camino hacia lo alto, en la cabaña.

Fue la columna de humo la que lo alertó de que algo raro estaba pasando. Duró poco. No era humo, sino el vapor de agua que levantó sobre el río el motor del coche. Duró poco. Por eso nadie lo vio pese a que tardó sus buenas tres horas en llegar. El lugar era abrupto, con una pista en mal estado, poco transitada. Creerían que aquello era una "aventura" digna de una vacaciones. Lo fue, pero no acabó bien.

-¿Cómo te llamas?

-Lucy -la pequeña hablaba con toda claridad.

-Llámame viejo; todos me llaman viejo por aquí.

El último trecho tuvo que cogerla en brazos. Lucy estaba muy cansada. Llevaría horas sin comer. Más de cerca se fijó detenidamente en el verde de sus ojos. Decididamente no era como ninguno de los muchos que había visto, aunque los ojos verdes no abundaban. Recordaba los de una sureña, embriagadores, de un verde jaspeado cual manchas de guepardo. Y era salvaje y rápida haciendo el amor. Acaso demasiado rápida. Lucy tenía un verde tierno y confiado. Acaso por la edad. Se le hizo un nudo en la garganta. Hacía mucho tiempo que no se le hacía un nudo en la garganta.
Joan S. Alós
De la vida y otros viajes: "Lucy y el viejo" (fragmento)

2 comentarios:

  1. Joan, ¿no te parece muy frío el encuentro del "viejo" con la niña ante semejante paanorama?
    Pienso que esa niña de apenas tres años, tenía que estar desesperada ante el susto que acababa de llevarse y la soledad producida por las continuas llamadas sin respuesta, sobretodo a su mamá.
    No obstante lo encuentro muy bien hilvanado e interesante. ¿Qué pasará después? Felicidades

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